Montañas rusas, norias, algodón de azúcar... todo me recuerda a las tardes que pasábamos en la feria divirtiéndonos como niños, siendo más ingenuos que ninguno en aquel inhóspito lugar, en la mayor de las diversiones, y no queríamos terminar con nuestro apasionante día. Los niños que correteaban ilusionados no se querían perder el espectáculo de las marionetas y los adultos enfadados, corrían tras ellos. La multitud se perdía por sí misma, nadie podría respirar en aquel tumulto lleno de gente emocionada por llegar a una atracción sin apenas hacer cola. Las cajeras de los tickets esperaban que su día terminase por fin, que sus sueldos cobraran sin apenas esfuerzo, y los jefes todo el día yendo tras ellas, como un domador a sus tigres. Pero yo todavía no me daba cuenta de que lo que me estaba pasando a mí... no me estaba comiendo un algodón de azúcar, no estaba esperando la cola de las atracciones, ni entre la multitud.. tan sólo había entrado en la noria, enamorándome de ti otra vez, como lo hice tiempo atrás, cuando tan solo éramos unos niños más que ingenuos y atrapados por el tiempo que apenas recorría su final desierto.
Nkob.
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