domingo, 23 de enero de 2011

Cuando menos te lo esperas: sale el sol*

La confianza es algo muy frágil. Una vez ganada nos aporta una gran libertad, pero cuando la confianza se pierde, es casi imposible recuperarla. Aunque la verdad es que nunca se sabe en quién podemos confiar. Nuestros seres más queridos pueden traicionarnos y unos desconocidos pueden acudir en nuestro rescate. Al final la mayoría de gente decide confiar solo en sí mismo. Sin duda es la forma más sencilla de no quemarse jamás.. Pero afortunadamente, hay pequeñas personas que te hacen confiar, te ofrecen su mano para levantarte y a la próxima caída estarán atentas para no dejarte caer. Que lloran tus desgracias y ríen tus alegrías. Van a tu compás, van a tu ritmo. Te sacan de casa en momentos de oscuridad, te ayudan a ver las formas de otro modo, desde otra perspectiva. Te aconsejan y sufren todas y cada una de tus lágrimas. Siempre tienen los brazos abiertos esperando a que tú vayas en busca de ayuda para arroparte. Te ayudan a poner los pies en la tierra cuando tu imaginación o paranoias te han llevado más allá..
Y esas son las verdaderas personas, los verdaderos seres humanos y que por desgracia hay muy pocos. Yo tengo la suerte de conocer y tener a mi lado a varias de esas pequeñas personas, que para mi son gigantes. Diamantes en bruto, una mezcla de corazón y razón. Para el mundo son unas personas mas.. para mi, lo son todo.



Ndr.

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Y sin más la vida va y viene, viene

Y sin más la vida va y viene, viene
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Muy

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